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Histórica, revolucionaria, pionera. Son tres adjetivos que hacen justicia a lo que es la estación de La Molina, en la provincia de Girona, que en 2018 cumple los 75 años. Su primer remonte comercial arrancó el 28 de febrero de 1943 y se convirtió así en el primero de España. Hoy se trata de una infraestructura pública, familiar y muy popular de los Pirineos catalanes. ¿Nos acompañas a repasar su historia?
El año 1943 no parecía el más propicio para lanzarse a la aventura de iniciar un remontador. España estaba sumida en plena recuperación tras la cruenta Guerra Civil; aún así, ese año se instaló el primer remontador en la pista de Font Canaleta y nació así la idea de rentabilizar una zona de esquí. Ayudaba a superar un desnivel de 100 metros. Hoy son 16 los remontes que tiene la estación, que pueden llegar a trasladar a 2.000 personas por hora.
Evidentemente ese remontador no "inventó" el esquí en La Molina. Antes (en los primeros años del siglo XX) ya era una zona popular de deportes de nieve para la burguesía catalana (barcelonesa, sobre todo), que sin aparatos sofisticados remontaban con burros. Y en aquella época no había fibra de carbono, titanio, kevlar, polartecs ni goretex de peso pluma: se esquiaba con esquís de madera, botas pesadas del trabajo y jerséis de lana.
Fue en los años 30 cuando La Molina comenzó a parecerse a lo que hoy conocemos como un complejo de esquí moderno con la construcción de un hotel. La iniciativa llegó de la mano del Centro Excursionista de Catalunya. De hecho, fue uno de sus miembros quien descubrió los remontadores en un viaje a Suiza y decidió importarlo a su tierra, para lo que buscó patrocinadores que ayudaran a pagarlo.
Con el hotel y el remontador en marcha en los años 40, era el momento de dar el salto y convertirlo en negocio. Así se creó la sociedad Telesquís Pirenaicos (Tepsa). Arrancó con cuatro propietarios y se consideraba como "socios" a todas las personas que habían comprado el pase para poder esquiar toda la temporada. ¡Nacían así los forfaits en el Pirineo catalán! Se acabó la gratuidad en la montaña; la comodidad del remonte traía consigo el pago por subir sin esfuerzo y bajar esquiando.
Han sido muchos los cambios de propietarios durante su larga historia. Y es que los números no siempre han dado buenos resultados. Aún así, ahí sigue La Molina, majestuosa y orgullosa de haber marcado el camino a las estaciones y remontadores mecánicos que vendrían después. Fue en 1985 cuando pasó a manos públicas, concretamente a la Generalitat de Catalunya, después de que entrara en concurso de acreedores.
La Molina no es solo la primera estación de esquí que tuvo un remontador. También puede sacar pecho por haber sido pionera en otros aspectos: en 1956 tuvo el primer telecabina de España; en 1984, instaló el primer telesilla fijo con cuatro plazas; en 1985, se convirtió en la primera estación capaz de producir la bendita nieve artificial; y recientemente, en 2013, se encargó de organizar los primeros campeonatos para personas con discapacidad.
La Molina, hoy
Se estima que la estación catalana cerrará la temporada el próximo 2 de abril (fecha que puede variar en función de las condiciones climatológicas). Así que aprovecha las últimas semanas para disfrutar de su historia y lecciones de esquí.
Hoy día La Molina nada tiene que ver con la de principios del siglo XX. Cuenta con 68 kilómetros repartidos en 63 pistas. De ellas, 18 son verdes; 19 son azules; 19 son rojas; y 7 son negras. Alcanza una cota máxima de 2.445 metros, y tiene una mínima de 1.700 metros.
Además, cuenta con zonas especiales para trineos, un snowpark, pistas para caminar con raquetas de nieve, superpipe, pista adaptada, parque de aventura con árboles y pistas de tubbing, entre otros servicios.
