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Aunque muchos no la quieren ni nombrar para que no les aparte de las pistas de esquí, nosotros sí lo haremos para que sepamos a qué nos enfrentamos y cómo podemos evitarla: la lesión más temida del esquiador es la rotura del cruzado anterior de la rodilla, conocida también por sus siglas LCA (Ligamento Cruzado Anterior). Ante todo, más vale prevenir que curar. ¿Cómo podemos evitarla?
Puede afectar a todos por igual
En primer lugar, cabe decir que no es una lesión que se cebe más con un perfil concreto de esquiador. Es decir, que puede afectar tanto a jóvenes como personas más mayores, a novatos y a veteranos (aunque se lesionan menos, si les toca, suele ser de más gravedad), y tanto a mujeres como a hombres. El estado físico de cada persona, eso sí, determinará las consecuencias de los accidentes. Aun así, hay cifras que hablan de una edad media de accidentados en el esquí alrededor de los 33 años y de snowboard, sobre los 22 años.
Una lesión de LCA en la rodilla puede tener al accidentado seis meses de baja; se acabó la temporada de esquí y buena parte de las excursiones por la montaña. La primera gran fórmula para evitarla es esquiar a una velocidad acorde a nuestro nivel: esto parece sencillo, pero implica el ejercicio de ser honestos con nosotros mismos, no sobrevalorarnos y ser capaces de avanzar a un ritmo adecuado, sin prisas. Ajusta la velocidad al nivel, dificultad de las pistas y a tu condición física.
Trabajar la fuerza muscular, la flexibilidad y no llegar al límite
Segundo consejo útil: trabaja la fuerza muscular y la flexibilidad. La primera ayuda a proteger las articulaciones en el momento de una caída y la segunda reduce la incidencia y la severidad de las lesiones. Es especialmente importante practicar ejercicios localizados en la rodilla en el caso de los adultos mayores para mejorar la masa ósea.
Evidentemente, trabajar todo esto no es algo que tenga ya una solución, empezada la temporada de esquí. Debe hacerse antes, y para que a la próxima no te pille por sorpresa, no dejes de hacer ejercicios para fortalecer las rodillas durante el verano.
Tercera recomendación: nunca llegues al límite. Buscar el cansancio extremo pensando que así amortizaremos el viaje, el forfait y el fin de semana puede tener consecuencias desastrosas que te retiren de las pistas y de otros deportes durante meses. Hay que aprender a parar y a leer el cansancio en el cuerpo, que a fin de cuentas, en una técnica de protección y de aviso para que descanses. Si en el coche estás pensando que todavía podías haber hecho un descenso más, has actuado bien y con cabeza.
La importancia del material
Por supuesto, el material tiene protagonismo y parte de la culpa en caso de lesión. Por un lado, su baja calidad puede incrementar las lesiones, y por otro, por muy bueno que sea, hay que saber utilizarlo. Es básico saber ajustarse bien las fijaciones en base al peso y nivel de esquí.
¿Cómo se produce una rotura de cruzados?
Se trata, básicamente, de un giro brusco del cuerpo sobre la tibia. Eso produce un movimiento de rotación forzado en la rodilla, que suele producirse con caídas del esquiador hacia atrás. Ocurre con frecuencia cuando un esquiador poco experto intenta sentarte tras perder el control o cuando, al caerse hacia atrás, extiende las rodillas por reflejo.
Lo peor de una lesión de este tipo es, además del largo proceso de recuperación físico, el psicológico, ya que muchos quedan marcados y después, por miedo, les cuesta recuperar la confianza y su nivel previo en las pistas.