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Si practicas Skimo, este artículo te interesa. Quizás estés empezando en la práctica de esta disciplina de montaña o quizás seas un experto; tendrás unos esquís nivel medio para empezar o tendrás el mejor modelo del mercado. Sea cual sea tu caso, si no tenemos las pieles cuidadas y en condiciones, no podremos salir de excursión. Así de fácil. Vamos a aprender cómo cuidar las pieles de los esquís para tenerlos siempre a punto para irnos de escapada a la nieve.
Las pieles de los esquís son esas tiras de colores que nos permiten subir montañas con facilidad -es un decir, ¡todo requiere de esfuerzo!-, pero también pueden ser el origen de algún que otro disgusto si no les prestamos la atención que requieren. Si no quieres verte obligado a tener que cancelar la escapada antes de tiempo, anota estos consejos.
Sin “zuecos” en la nieve
Una de las cosas más molestas que nos podemos encontrar en la escapada de Skimo es tener que parar cada dos por tres a quitarnos la nieve que se queda pegada a la suela de los esquís, a modo de “zuecos”. ¿Por qué ocurre? Porque la nieve fría tiende a acumularse sobre las pieles húmedas. Los agujeros que pueda haber en el pelo pueden amplificarlo, de manera que hay que intentar encerar las pieles: coge una pastilla de cera y frótala en el sentido del pelo para, a continuación, pasar un secador para que se funda.
¿Y si no se pega la piel a la suela del esquí?
Es otra cosa incómoda que nos puede ocurrir y dejarnos muy limitados en la nieve. Puede pasar especialmente en días de nieve fresca, cuando los cristales se pueden adherir fácilmente a la cola. Para evitarlo, procura que la cola no toque nunca la nieve a la hora de hacer los cambios. Procura también elegir unas pieles que tengan la cola en perfecto estado. Otro consejo muy útil es recortar las extremidades en forma de “U” si son de un solo gancho; de esta manera reducirás las probabilidades de que se despeguen las pieles por la parte de atrás.
Y si aún así… ¿no se pegan las pieles?
Has llegado a ese punto de frustración en el que ya no sabes qué hacer. Pues apunta un truco: el calor corporal es una de las herramientas que más te pueden ayudar en esas ocasiones. Suele ir bien poner las pieles lo más cerca posible de tu piel y tener mucha paciencia. Como último recurso, puedes dar unas vueltas con cinta adhesiva.
El cuidado de las pieles
Para mantenerlas en un correcto estado, hay que secarlas bien después de cada excursión. Eso te ayudará a mantener las pieles con la cola en buen estado y ayudarás a alargar su esperanza de vida. Para ello, hay que desplegarlas y dejarlas abiertas a temperatura ambiente. Siempre lejos de focos de calor -como rayos del sol directos- que puedan modificar la calidad de la cola. También debes evitar dejar las pieles en el suelo, ya que atraen mucho la suciedad y esta puede hacer disminuir, con el tiempo, su capacidad de agarre. Y cuando acabe la temporada, debes plegarlas en dos -si son rectas- o contra un plástico -si son parabólicas- y meterlas, en cualquier caso, en una bolsa para evitar que se sequen.
Elige bien las pieles
Por último, el consejo que realmente debe ser el inicial: elegir bien las pieles de los esquís es tan importante como no quedarnos tirados en una situación comprometida en medio de la montaña. No existen las pieles ideales para todas las circunstancias, ya se serán diferentes en función del terreno y del tipo de nieve que vayamos a tocar. En trazados llanos, deberemos deslizarnos mejor con pieles usadas; las pieles nuevas, las reservaremos para recorridos más técnicos o con pendientes, donde es esencial un buen agarre. En caso de encontrarnos con nieve polvo o húmeda, apuesta por una cola impecable.