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Queremos ropa para esquiar con estilo, pero además, tiene que cumplir unas funciones muy específicas porque la vamos a llevar en condiciones meteorológicas de alta montaña. Afortunadamente, los avances tecnológicos en el textil permiten hoy día combinar ambas exigencias que piden los consumidores y las consumidoras.
Cuando vamos a comprar el equipo que necesitamos para ir a la nieve, nos puede saltar la duda: ¿Cómo elegir la ropa para esquiar de mujer? ¿Es diferente a la del hombre? En algunas piezas solo varían los diseños y colores, pero en otras, sí es importante tener en cuenta las características concretas de ambos cuerpos.
Aquí no varía. Cuando nos vestimos para ir a esquiar, lo importante, como siempre en la montaña, es evitar sudar. De esta manera no sentiremos durante horas esa molesta sensación de humedad y podremos ahorrarnos un buen constipado cuando se enfría.
Ya hemos hablado en varias ocasiones de este sistema, pero te lo refrescamos: consiste en ponerte una capa interior transpirable (lo más importante, el material: lana de merino o fibras sintéticas) que permita eliminar la sudoración, es decir, que la expulse hacia afuera, y para ello lo más recomendable es que sea ajustada.
Seguimos con una capa intermedia que busca mantener el calor (forro polar o chaqueta ligera aislante). Y terminamos con una capa exterior cuyo papel principal es protegerte de la lluvia, nieve o viento (impermeable, cortavientos, etc.).
Generalmente, las chaquetas de esquí para mujeres suelen ser más entalladas y tener otros colores para identificarlas. Además, tienden a tener una capacidad calorífica mayor porque las mujeres, en general, son más sensibles al frío.
En la parte inferior del cuerpo se simplifica el sistema de capas porque hay menos sudoración. Normalmente los pantalones de esquí suelen ser parecidos: tienen forro interior y son cálidos. Además, en su parte exterior deben ser impermeables.
Para protegerte aún más de la humedad, y sobre todo si esquiarás por nieve en polvo, es recomendable apostar por pantalones con polainas integradas.
Si hay un elemento de tu equipamiento donde es importante saber elegir según el género, eso son las botas de esquí. Estas se adaptan ergonómicamente a la forma del cuerpo del hombre y de la mujer, sobre todo en la parte que toca a la pantorrilla, ya que en las mujeres suelen estar más bajas que en los hombres.
Por este motivo, la caña de las botas de esquí son más bajas en el caso de las que están expresamente diseñadas para mujeres y se ensanchan en la parte superior. Así son más cómodas para ellas.
De la misma manera, y como decíamos antes, al ser las mujeres más sensibles al frío, las botas de esquí femeninas suelen llevar materiales más cálidos.
La flexión o rigidez de la bota es un punto muy importante. El índice suele ir, dependiendo de la marca fabricante, de 60 a 150: a mayor número, mayor control porque están más ceñidas, pero también son más incómodas. Así que la constitución física del esquiador y de la esquiadora y su habilidad con los esquís marcará de forma determinante el número que tenemos que escoger.
En el caso de las mujeres, las botas con índice de flexión de entre 60 y 70 se recomiendan para principiantes; entre 70 y 90, para un nivel intermedio; a partir de 90, para un nivel avanzado. Las botas con una rigidez superior a 140 solo se aconsejan para los hombres.
Por el mismo motivo, los esquís para mujer también son algo diferentes: son más ligeros, tienen un flex más permisivo y unos radios de giro reducidos en muchos de ellos. Suele haber mucha variedad de esquís polivalentes para mujer.