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Un viaje a la nieve es sinónimo de pasar frío; si no, estaríamos en verano y nos iríamos a la playa, ¿verdad? Sin embargo, eso no tiene por qué significar que nos esperen unas horas terribles en las que estaremos todo el rato titiritando.
Como ocurre siempre que practicamos deporte, en movimiento generaremos calor y apenas nos molestarán las bajas temperaturas. Cuando más lo notaremos es cuando nos paremos y el sudor se nos hiele, generando esa incómoda sensación de humedad fría que debemos evitar.
Especialmente si nunca has esquiado, es posible que te frene el miedo a pasar una larga jornada a la intemperie y sin calefacción (no, no hay calefacción en las pistas). No te preocupes, hay maneras de divertirnos en la nieve y no pasar frío, o al menos, reducir al máximo esa sensación. Toma nota de estos consejos.
Una de las partes donde más podemos notar el frío, y desde donde se nos puede contagiar al resto del cuerpo, es en los pies. Aunque vas sobre los esquís y están enfundados en calcetines y botas, no hay que olvidar que es la parte que está más en contacto con el suelo, con la nieve. Es importante tomar nota de algunos detalles para mantenerlos secos y calientes.
En primer lugar, usa calcetines apropiados. ¡No valen unos gruesos cualesquiera del mercadillo! Por un lado, si las botas aprietan demasiado porque el calcetín es muy grueso, se te puede cortar la circulación de la sangre y enfriarte los pies; si te pasas, los calcetines también pueden hacerte sudar y que acabes pasando frío.
Así que más vale usar unos calcetines más finos, técnicos y especializados en la práctica del esquí, y que te permitan crear una cámara de aire entre el pie y la bota. Eso te mantendrá los pies más calentitos.
También es muy importante secar bien las botas después de la jornada de esquí, especialmente si vas a volver a esquiar al día siguiente. Si arrancas la jornada ya con frío y humedad en los pies… mala señal, ya que te pasarás toda la jornada con ese incómodo problema.
Y por último, si eres muy, muy, muy friolero, que sepas que existen plantillas y calcetines con calefacción incorporada. Así que no tienes excusas para no ir a esquiar este invierno.
Son las otras articulaciones, junto a los pies, donde más podemos notar una desagradable sensación de frío. Los esquiadores más frioleros deberían usar manoplas en lugar de guantes.
Aunque a priori parezca que serán más complicadas de utilizar, si optas por unas buenas (unas hechas específicamente para esquiar y de una buena marca del mercado), no notarás demasiado la diferencia en el agarre.
Eso sí, vigila bien la talla, porque si te pasas y son demasiado grandes podrías tener problemas a la hora de sujetar los bastones.
Ya solo nos queda proteger el resto del cuerpo del frío. Para ello, opta por ropa térmica y fíjate en los modelos técnicamente ideados para esquiar; los fabricantes conocen bien las necesidades de los esquiadores y adaptan los tejidos y sus características a ellas.
Más vale invertir unos euros de más en una buena ropa para la nieve (con buenos índices de transpirabilidad, impermeabilidad y poder calorífico) y tener la garantía de que te va a durar muchos años y de que va a reducir al máximo los sudores y el frío.
A la hora de mantenernos calentitos esquiando es importante, como en todos los deportes, evitar el calor al máximo. Para ello, es apropiado guiarse por la técnica de las capas, para ir quitando en función del calor que tengamos.