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Los niños, cuando antes empiecen a tener contacto con la nieve, mejor. Además, a edades tempranas es cuando se aprende más rápido todo: son esponjas, y en el caso de un deporte como el esquí, no tienen los miedos a las caídas que pueden tener los adultos.
Ir a esquiar en familia es una buena manera de pasar unas vacaciones, un puente o un fin de semana. Sin embargo, para que no se convierta en un suplicio o quede en el recuerdo de los ‘peques’ como una experiencia negativa, deben sentirse confortables. Para ello, es imprescindible vestirles apropiadamente para la ocasión.
Vestir a los niños para esquiar no tiene mucho más misterio: seguiremos la técnica de las tres capas y prestaremos mucha atención a la protección de pies, manos y cabeza. Aquí te dejamos algunos consejos que lo mismo sirven para esquiar como para ir a la nieve a hacer muñecos o a deslizarse en un trineo.
Lo importante es que la primera capa, la que estará pegada a su cuerpo, sea transpirable. Aquí los materiales deberían ser de tejidos sintéticos, como poliéster o poliamida, que son los que facilitan que el sudor salga hacia el exterior. Las típicas camisetas de algodón se empapan rápido y después enfrían el cuerpo.
De esta manera, podemos mantener el cuerpo seco, evitaremos la molestia de sentirlo húmedo y se mantendrá más caliente.
La capa intermedia para los niños que van a esquiar debe tener una función muy clara: calentar el cuerpo. También debe ser transpirable, de manera que ya podemos olvidarnos de prendas como sudaderas de algodón, que como las camisetas de este material, se humedece rápido con el sudor y nos enfría.
Para los ‘peques’ más frioleros, lo ideal es una segunda capa de plumas (aunque también es una opción más cara). Una propuesta más económica y apropiada es un forro polar.
La última capa que llevarán los niños a esquiar es la que estará en contacto con la nieve, con el viento o con la lluvia (o con todo al mismo tiempo). Por ello, es importante que sea impermeable y cortavientos.
La función de esta última capa no es tanto calentar, como evitar que el frío del exterior penetre en el cuerpo del pequeño. Los pantalones también deben contar con estas características (si no, se empapará en la primera caída a la nieve).
Es habitual que muchos niños y niñas menores de 6 años usen un mono como tercera capa. Ofrece más calidez, da mucho confort y se ajusta muy bien al cuerpo de los pequeños.
El confort de los niños también dependerá de que mantengan calentitas sus extremidades durante la escapada a la nieve. Empezamos con los pies: el calcetín debería llegarles hasta las rodillas para evitar rozaduras y ampollas con las botas de esquí.
Las botas serán impermeables y mejor con relleno, para que aporten mayor calidez, y que no tengan cordones para que se las pongan y quiten sin problemas.
Seguimos con las manos, que tendrán que estar protegidas con guantes impermeables. Si tienen forro polar por dentro, mejor, si no, podemos complementar con otros guantes interiores finos.
Acabamos con la cara y cabeza, que es fundamental que protejamos en los pequeños cuando vamos a esquiar. Primero, les pondremos casco porque es un seguro de vida ante los golpes; segundo, llevarán gafas de nieve para protegerles los ojos de los rayos UV, que siempre están ahí, incluso en los días nublados. No olvides ponerles crema solar.
Del confort que tengan los niños, insistimos, dependerá que la experiencia en la nieve se les guarde como un recuerdo positivo y que quieran repetir.