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En el Pirineo catalán nos encontramos con la estación de esquí con las cotas más altas de la cordillera. Se trata de una joya desconocida para muchos, pero con mucho potencial y diversión para los amantes de la nieve: Boí Taüll.
Son muchos los motivos por los que deberíamos conocer sus pistas. En este artículo vamos a conocer, a fondo, todo lo que ofrece esta estación de esquí ubicada en la Alta Ribagorça.
Como decíamos, tiene las cotas más altas de los Pirineos: la más baja es Pla de les Vaques, a 2.020 metros de altitud, y la más alta, Puig Falcó, a 2.751 metros. Tiene un área esquiable de 550 hectáreas y 45 kilómetros balizados con 43 pistas: 6 verdes, 3 azules, 20 rojas y 14 negras. También cuenta con dos itinerarios, una pista para trineos y un snowpark con 5 zonas con diferentes niveles de dificultad.
Cuenta con una buena infraestructura de 11 remontadores (6 telesillas, 2 telesquís y 3 cintas transportadoras), así como 205 cañones que proporcionan nieve artificial en 20,2 kilómetros de pista. En cualquier caso, tiene una orientación hacia el norte que favorece unas buenas condiciones de la nieve durante la temporada invernal.
Como veis, se trata de unas cifras relativamente modestas que la convierten en una estación de esquí muy cómoda y alejada de las masificaciones de otras más populares. Ideal para los que buscan tranquilidad y para los que prefieren deslizarse por pistas vírgenes, poco (o nada) pisadas. Además, prácticamente no hay colas en Boí Taüll, por lo que podemos aprovechar el tiempo al máximo.
La estación de esquí de Boí Taüll tiene la forma de un abanico con un vértice donde acaban todas sus pistas. Nos referimos a la cota más baja, el Pla de les Vaques, donde están casi todos los servicios. Esta distribución hace que sea muy fácil orientarse.
Dependerá de tu nivel de esquí. En la base del Pla de les Vaques encontramos la mayoría de las pistas verdes, como Neret. En la zona central podemos movernos por pistas fáciles, pero algo más avanzadas: la verde Amateur o la azul Junior.
Ganamos nivel en la zona izquierda, donde podremos ascender al Puig Falcó, donde los Pirineos tocan el cielo. Recomendables, para esquiadores veteranos, las pistas Vista Aneto, Raspes Roies (solo apto para amantes de la adrenalina) y Vista Pallars. También es un buen punto para el freeride.
En la zona derecha tenemos un buen surtido de pistas de todos los niveles de dificultad. Destacamos la pista roja Boarder Cross, no demasiado complicada, pero sí muy divertida por sus curvas y su salto final. En esta parte está el snowpark Basseta.
En Pla de les Vaques encontramos casi todos los servicios de Boí Taüll: atención médica, escuela de esquí, alquiler de máquinas Go-pro y un bar-cafetería (aunque también hay ofertas de restauración en otros puntos (como Carlina, en la cota 2.170) para tomar algo entre descensos.
Además, si te alojas en el Boí Taüll Resort, tendrás gratis guardería lúdica que acoge a niños de 2 a 6 años. Si no, en la zona de debutantes de Neret hay un Parque Infantil de Nieve para que los peques tengan sus primeros contactos con la nieve.
La mejor opción es acudir con nuestro propio coche, ya que cuenta con carreteras con buen mantenimiento y bien asfaltadas. Las rutas más habituales son desde Barcelona (310km y 4 horas), desde Madrid (570km y 6 horas y 40 minutos) o desde San Sebastián (370km y 4 horas y 30 minutos).
Una vez en Boí Taüll, podemos movernos con los autobuses gratuitos para los clientes de los hoteles del Resort o acercarnos en nuestro vehículo, por la carretera L-500 y después L-501. Hay una zona de aparcamiento gratis y amplia, con unas 1.500 plazas, suficiente para una estación poco masificada.
Por otro lado, los aeropuertos más cercanos son el de Huesca (a 165km) y el de Reus (a 249km), desde donde podemos movernos en taxi o con un coche de alquiler. En tren, lo más adecuado sería acercarnos a la estación del AVE de Lleida-Pirineus. También operan autobuses de ALSA entre Lleida y Boí.
Son muchas las opciones que tenemos para completar el día en los alrededores de la estación de esquí de Boí Taüll. Podemos irnos de fiesta, a tomar unas copas, a los bares cercanos, con el Bar de la Plaça que está al lado de la iglesia de Santa María (un punto de encuentro emblemático de esquiadores); o el restaurante L’Era, con platos típicos de la zona y que permite alargar la cena con copas, vinos y cervezas.
Más propuestas serían actividades como turismo por sus iglesias románicas, con una ruta que recorre siete pueblos con encanto y nueve iglesias que datan de entre los siglos XI y XII, reconocidas por la UNESCO. Para los amantes de la actividad, hay un buen abanico de posibilidades: senderismo, vías ferratas, excursiones a caballo, paintball…
Y si has tenido bastante con la jornada de esquí, puedes descansar en el prestigioso Balneario de Caldes de Boí. Está a 1.500 metros de altura y cuenta con 37 fuentes diferentes con propiedades mineromedicinales.