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¿Qué sería de un viaje a la montaña sin probar la gastronomía típica del lugar? Para seguir dándolo todo en las pistas de esquí o haciendo rutas por las alturas, hay que repostar energías. Y qué mejor que hacerlo en restaurantes tradicionales, con un entorno de lo más cálido y acogedor, y en los que se sirven platos caseros siguiendo recetas de toda la vida. En el corazón de los Pirineos hay unos restaurantes muy especiales que combinan todos estos elementos: hablamos de las bordas de Andorra.
En este artículo vamos a profundizar en los orígenes de bordas de Andorra y encontrarás un listado con las mejores que hay repartidas por el país para degustar la gastronomía típica local. Hay que decir que la mayoría de estos establecimientos sirven tanto comidas como cenas.
En la actualidad estos restaurantes ya se parecen mucho a los que podemos encontrar en cualquier pueblo de montaña. Pero lo cierto es que las bordas de Andorra tienen una historia especial, y es que se empleaban originariamente como casas de campo para guardar los aperos y los animales y estaban físicamente separadas de las masías principales. Las más antiguas se remontan al siglo XVI y son un paradigma de la arquitectura andorrana. Aunque todas son diferentes, abrazan algunos patrones comunes: se caracterizan por estar construidas en piedra, por tener un tejado de pizarra y, la mayoría, por tener dos alturas.
El abandono paulatino de las actividades agrícolas y ganaderas por su baja rentabilidad hizo que las bordas de Andorra fueran modificando sus usos hasta convertirse en restaurantes genuinos en los que deleitarse con la cocina más tradicional. La mejor forma de sumergirse en la cultura gastronómica de la zona y con salones con un gran encanto rural, con chimenea de leña en la que antiguamente se calentaban los pastores. En las bordas de Andorra modernizadas hoy todavía podemos descubrir vestigios de antaño como abrevaderos que se han integrado en los espacios como elementos decorativos.
En la actualidad, estas bordas sirven ingredientes locales de gran calidad entre los que destacan las setas, los caracoles, la carne de caza, la trucha, el churrasco andorrano con Denominación de Origen, embutidos de la zona y platos de cuchara como habas con chipirones o escudella. Lo típico es maridarlo con vino local producido en pequeñas bodegas y que se conoce como “vino de altura”. Como ves, los platos son contundentes, ideales para recargar las pilas tras una intensa jornada en las pistas de esquí.
Es difícil salir descontento de una borda en Andorra. Como decimos, son espacios gastronómicos en los que se sirve comida tradicional, de proximidad y de alta calidad, así que ninguna os defraudará. Ahora bien, hay algunas que son especialmente conocidas por su exquisitez. Te dejamos las cinco mejor valoradas:
Está en un enclave inmejorable, en el Santuario de Meritxell, en Canillo, junto a las pistas de esquí de Grandvalira. Presenta un aspecto exterior muy rústico, pero en cuanto cruzamos la puerta, vemos que el interior ha sido muy modernizado, con una atmósfera cálida que no olvida sus orígenes. En su carta destacan las carnes a la brasa, que se sirven en un punto muy jugoso; las paellas de montaña para compartir con ingredientes de proximidad; las croquetas de setas; y el paté de conejo con mostaza, para los paladares más gourmets. Por supuesto, no debes dejar de pedir el vino de la casa, que en este caso es de gran calidad, ni acabar con un postre típico como es la crema catalana. Los comensales destacan igualmente el excelente café que se prepara en esta borda de Andorra. ¡No se le pone ni una pega!
Estos restaurantes tradicionales de Andorra, al ser antiguas casas de aperos, están en medio del entorno natural, lo que les da un toque todavía más especial. En este caso, se encuentra a 1.890 metros de altura en un enclave privilegiado de los Pirineos como es el Valle de Montaup, en la parroquia de Canillo. En plena naturaleza, ofrece un mirador con increíbles vistas y un espacio para pernoctar. Pero hoy nos importa lo que se come: en la afamada Borda del Pi son conocidas sus carnes a la brasa y su butifarra del país. También destacan las actividades especiales que ofrecen a los comensales que buscan algo diferente, con degustaciones de chuletones preparados por reconocidos chefs, cata de vinos ecológicos, showcookings e incluso sesiones de yoga y charlas de nutrición deportiva. Un lugar en el que comer es toda una experiencia para los cinco sentidos.
Nos vamos hasta Encamp para descubrir un pequeño, pero encantador espacio gastronómico. Esta borda data del siglo XVII, por lo que sería de las primeras que se alzarían en el país. Hoy se abre al público para ofrecer platos tradicionales con una visión actual, con productos de calidad y toque de originalidad. Un matrimonio es el encargado de gestionar el negocio con un menú centrado en los platos de siempre. Apenas hay seis mesas, por lo que es una de las bordas en Andorra más pequeñas, lo que al mismo tiempo le da un toque acogedor que nos encanta y que permite ofrecer una atención personalizada y cercana a los comensales. En su carta brillan entrantes como foies y carpaccios; y platos principales con pescados y carnes, a destacar el bogavante natural y los solomillos de vaca vieja con salsa de foie y aceite de trufa blanca.
En las afueras de la Massana, otra zona habitual de esquiadores en invierno, nos encontramos con una de las bordas de Andorra con más magia. Fue un local agrario tradicional hasta que cambió su uso por el de restaurante en 1972. Desde entonces, se ha centrado en ofrecer los mejores platos con sabores tradicionales a los comensales que se han acercado a su local lleno de magia; parte de la “culpa” de la calidez que tiene el espacio es su hoguera de fuego. La estructura de piedra también garantiza un ambiente fresco durante el verano. En la borda Raubert no podemos dejar de pedir los platos de siempre de la zona, preparados de manera exquisita. Apunta el trinxat, la escudella, la ensalada de mollejas, la espalda de cordero con setas, el bacalao a la andorrana o las carnes de caza de la zona.
A los pies del Parque Natural del Comapedrosa y cerca de Arinsal, otra conocida estación de esquí de Andorra, en medio de las montañas, se encuentra otra de las bordas de Andorra más típicas. Se construyó a finales del siglo XIX y posteriormente se reformó para reconvertirse en restaurante. Tiene una terraza desde la que contemplar el impresionante entorno con una carta propia de tapas, aperitivos y vermuts. En el restaurante destacan como platos estrella el meloso de ternera de Andorra confitada, el rabo de buey cocido con patata paja, los canelones elaborados al estilo tradicional y el contundente arroz de montaña para los que son de buen comer. Las tapas también son excepcionales, con jamón ibérico servido en pan de “coca de vidre”, unas deliciosas patatas bravas o croquetas de pollo caseras.