Qué ver en Huesca: los imprescindibles
Los amantes del esquí y de la montaña en general sabéis que Huesca es un destino imprescindible para vuestras aventuras. A sus impresionantes y míticas estaciones y pistas se les suman otras muchas actividades llenas de adrenalina que podemos hacer al aire libre. Y no nos olvidamos de visitar pequeños y encantadores pueblos, con su gastronomía casera típica, como guinda perfecta a una escapada de altura.
No te pierdas esta guía con todo lo que tienes que ver en Huesca en tu viaje: desde rutas de senderismo imprescindibles hasta pistas de esquí de vértigo y otras actividades de vértigo en un exuberante medio natural.
Las mejores rutas de senderismo en Huesca
Los Pirineos son el destino más habitual y recomendado para los que buscan rutas de montañismo en altura, más o menos exigentes (¡hay para todos los públicos!) y en un entorno inolvidable. Para las grandes cumbres, es necesario tener experiencia en alta montaña, una buena forma física y, a menudo, saber utilizar material técnico como crampones y piolet.
Los que se quieran poner a prueba y subir picos de esos que ponemos en las “checklist” montañeras, tienen la oportunidad de intentar coronar la cima más alta de los Pirineos, el Aneto, con 3.404 metros de altitud y que está en el Parque Natural Posets-Maladeta. El mejor momento del año es el verano, cuando menos nieve y hielo hay, pero hay que tener en cuenta que para llegar a la cúspide hay que cruzar un glaciar para el que siempre es obligatorio llevar piolet y crampones. El ascenso más habitual se realiza desde La Besurta, que pasa por el Refugio de La Renclusa, donde podemos aprovechar para reponer fuerzas y/o hacer noche.
Otra cima emblemática que subir en Huesca es el Monte Perdido, en el Parque Nacional de Ordesa. En este caso, la ruta más habitual es por la Pradera de Ordesa, que sigue por el sendero familiar de la Cola de Caballo, donde se desvía en ascenso hasta el Refugio de Góriz, que nos permite dividir en dos etapas la aventura.
Pero no todo son grandes picos ni retos para los alpinistas más experimentados. Hay muchas rutas que ver en Huesca con personas con menos nivel en montaña y para aquellos que viajan en familia con peques. Un ejemplo es la mencionada Cola de Caballo; las pasarelas del río Vero en Alquézar, un espectacular paseo pegado a una pared de roca de 3 kilómetros y 200 metros de desnivel; o las Tres Cascadas de Cerler, de unas dos horas, que pasa por increíbles saltos de agua y por praderas.
Actividades de aventura en Huesca que no te puedes perder
En Huesca no todo iba a ser andar y hacer senderismo. También nos ofrece otras actividades de aventura para los viajeros más intrépidos como hacer barranquismo en sus famosos Cañones de Guara. No solo para expertos: empresas especializadas ofrecen descensos para diferentes niveles e, incluso, para hacer con niños. El más popular es el barranco del Mascún Superior.
Otra actividad muy divertida para hacer en Huesca es el rafting. Hay dos zonas para ello: el río Ara, que solo se puede descender cuando lo permite el caudal, normalmente con el deshielo de la montaña, en mayo y junio; y el río Ésera, cuya temporada se alarga de primavera a otoño. Ideal para grupos de amigos, aunque las familias también pueden contratar descensos adecuados para peques. Otra forma más suave de acercarse al agua en esta provincia es haciendo kayak; por ejemplo, en el cañón del Entremón y el Grado o en el embalse de Mediano.
Más aventura que ver en Huesca. Por supuesto, no podemos dejar de hablar de la Tirolina del Valle de Tena, que está en Hoz de Jaca. Es una experiencia única que vale la pena hacer, al menos, una vez en la vida: pasa por encima del embalse de Bubal, sobrevolándolo a 120 metros de altura. Llega a coger una velocidad de 90 kilómetros por hora. Esta tirolina es doble, lo que significa que no estarás “solo” en las alturas, sino que podrás vivir esa experiencia sorprendente con alguien de confianza bajando cerca de ti. Pueden subir peques a partir de los 10 años.
Por otro lado, y especialmente si viajáis en familia, no podéis dejar de ver en Huesca el parque faunístico de Lacuniacha: un complejo sumergido en un bosque de 30 hectáreas en el que se pueden contemplar cerca animales salvajes que habitan o que habitaron en el Pirineo, a través de recorridos señalizados y muy didácticos. Entre otros, podéis contemplar de forma segura linces, bisontes, osos, corzos, renos, muflones o lobos, todos nacidos en cautividad.
En invierno, la actividad de aventura por excelencia que podemos hacer en Huesca es esquiar o practicar snowboard en una de sus grandes estaciones de esquí, como Formigal-Panticosa, Cerler y Astún-Candanchú. Por cierto, muchas mantienen abiertos telesillas durante el verano para acercarte a senderos y paisajes de altura de forma cómoda y para todos los públicos.
Turismo por Huesca: pueblos y enclaves imprescindibles
Los preciosos paisajes pirenaicos en Aragón dejan muchos pueblos con gran encanto que merece la pena ver en Huesca. Es difícil pasar por uno que no te enamore. Aún así, hay algunos que debes apuntar en la lista de imprescindibles: Ansó, con un toque medieval que te hará viajar en el tiempo, con sus casitas de piedra y callecitas tradicionales; Alquézar, otra villa con aire medieval que se alza en medio de un monte.
Tampoco deberíais dejar de visitar en Huesca los pueblos Torla, destino habitual de los montañeros que van a subir el Monte Perdido, muy animado y con mucho encanto; Benasque, otro típico de quienes van a la montaña, a subir el Posets o el Aneto; o Aínsa, una villa medieval con un sorprendente castillo-fortaleza.
Otros enclaves que hay que ver en Huesca son la Estación de Canfranc, recientemente rehabilitada y puesta en funcionamiento después de décadas de abandono; el Castillo de Loarre, uno de los mejor conservados del mundo de estilo románico; el Monasterio de San Juan de la Peña; una curiosa “muralla china” natural, de roca, cerca del pueblo abandonado de Finestras en el prePirineo de Aragón; o el desierto de los Monegros, un paisaje de gran contraste con los Pirineos, de gran aridez, pero con una gran biodiversidad.
Un premio al cuerpo: balnearios y gastronomía local
Acabamos nuestras recomendaciones de las cosas que podemos hacer y ver en Huesca con un homenaje al cuerpo que tanto hemos machacado con un “no parar” de actividades en la naturaleza. Por un lado, podemos relajarnos en uno de sus balnearios con aguas con propiedades mineromedicinales, como el Vilas del Turbón o el resort Balneario de Panticosa. Ambos son auténticas referencias del termalismo en los Pirineos.
Y, ¿qué sería de una escapada a Huesca sin probar su gastronomía local? Su cocina se caracteriza por estar llena de recetas tradicionales con productos de la zona, como las carnes y las verduras. Así, algunos platos típicos de esta provincia son los espárragos montañeses; la empanada Goguera, de Barbastro, elaborada con carne de caza; los boliches de Embún, en el Valle de Echo, comida caliente tradicional del otoño; la longaniza de Graus; o las Farinetas Aragón, una versión aragonesa de las gachas, un plato consistente ideal para los fríos inviernos.
OPINIONES DE Panticosa