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Son bien conocidos, y en los estudios queda reflejado a lo largo de los tiempos, los indudables beneficios físicos, fisiológicos y psicológicos que aporta la práctica deportiva, mejorando el bienestar y la calidad de vida.
Ya en su tiempo, Hipócrates opinaba que las diferentes partes del cuerpo tienen una función y que si se usan con moderación y se ejercitan, se conservan saludables, bien desarrolladas y envejecen lentamente. Pero, si no se ejercitan o dejan de usarse se vuelven enfermizas, defectuosas en su crecimiento y envejecen antes de tiempo. Este hecho también se puede aplicar en términos psicológicos.
Fisiológicamente, el deporte produce una serie de alteraciones neurofísicas y bioquímicas que reequilibran las formas de expresión pasiva y, psicológicamente, se producen una variedad de experiencias positivas que satisfacen diferentes necesidades psicológicas y mejoran el sentimiento de dominio personal. Asimismo, el deporte ayuda a reducir estados psicológicos no deseados como la irritación, el nerviosismo, el estrés, la ansiedad o la depresión, por lo tanto es una manera saludable de disfrutar del tiempo libre ya que fomenta la vitalidad e influye positivamente sobre el estado de ánimo y la autoestima.
La práctica del snow y del esquí ayuda a mejorar el esquema corporal, la lateralidad y la orientación espacio-temporal, hecho que ayudan a tener un control adecuado del cuerpo y como consecuencia una mejor imagen de uno mismo. A través del deporte el niño y el adolescente interaccionan con el mundo que los rodea, lo conocen, se adaptan, pueden superarse y vencer los conflictos que se van encontrando, deben tomar decisiones y valorar sus consecuencias. A su vez van incorporando unas normas, unos hábitos y una metodología implícita en el deporte, como es el caso del esquí o del snow, que les permiten una mejor adaptación a su entorno.
El deporte plantea constantemente una serie de retos para el niño y el adolescente que éstos deberán ir aprendiendo a superar y, a su vez, a aceptar la frustración de no lograrlos con la rapidez que ellos quisieran. Esto ayuda a poder ir tolerando mejor la frustración. Es muy importante que el adulto pueda dar tiempo al niño y al adolescente para que éstos puedan ir encontrando soluciones por sí mismos y así podrán ir teniendo más autonomía, vivencias de dominio, gratificaciones y éxitos que repercutirán positivamente en su desarrollo psicológico.
Para el niño y el adolescente la motivación por el deporte no viene dada por la conciencia de unos beneficios secundarios en la salud, esta motivación es más propia del adulto. Para ellos, la motivación surge de la posibilidad que ofrece el deporte de poder competir, socializarse y disfrutar de una actividad divertida y estimulante. El esquí y el snow ofrecen estos componentes en un entorno al aire libre, en contacto con la naturaleza, que aporta beneficios tanto psicológicos como inmunitarios, ya que la exposición a agentes externos favorece la creación de defensas y mejora el sistema inmunitario.
