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En Factor Humano Conducción, hace 15 años que impartimos cursos para conducir mejor. Una pregunta que nos hacen muchos participantes es: “¿Cómo se conduce en el hielo y en la nieve?”. Nuestra respuesta siempre la misma: “Mal”.
Los esquís y las tablas están pensados para la nieve, pero la gran mayoría de las ruedas de los coches, no. En nuestro primer artículo os vamos a enseñar un truco de esquiador que vale perfectamente para la conducción en situaciones de baja adherencia: mirar siempre hacia dónde quieres ir y no hacia donde te estás yendo.
Si un esquiador, en una bajada, se queda mirando un árbol, va contra la árbol, ¿no? Conduciendo pasa lo mismo. Todo el mundo se choca en la misma curva contra el mismo árbol, ¿por qué? Porque cuando el coche patina, instintivamente nuestro sistema de defensa se preocupa del árbol con el que vamos a chocar. Nos quedamos con la vista bloqueada e hipnotizada en el obstáculo y con puntería de francotirador, acertamos en todo el centro del obstáculo. Pensar en la primera vez que habéis ido solos en bicicleta. Casi todo el mundo, al verse pedaleando sólo, de pronto se fija en la única farola que hay en toda la explanada y es atraído hacia ella por una fuerza misteriosa. Somos y funcionamos así.
Cómo evitarlo lo tenemos que entrenar. En firmes deslizantes, el coche siempre va a patinar y tenemos que tratar de mantener la vista fija en la carretera. No me importa hacia donde me estoy yendo, me importa hacia dónde quiero ir. El firme deslizante pertenece al mundo de la lentitud. Cuando conducimos sobre hielo o nieve, todo tarda y, por tanto, tenemos que anticipar los movimientos mirando suficientemente lejos y hacia dónde queremos ir. De esta forma, seremos capaces de hacer de manera natural todos los movimientos técnicos de volante, aceleración y frenado adecuados a cada situación: