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En verano, con las altas temperaturas, apetece poca cosa más que pegarse un baño refrescante. Mucha gente piensa que eso significa, necesariamente, ir a la playa; pero tienes más opciones. Si aborreces las zonas masificadas y la arena pegándose a tu cuerpo, y prefieres pegarte un chapuzón en un lugar más tranquilo, en un rincón mágico en plena naturaleza y con aguas cristalinas, nadando con peces… ¿por qué no te acercas a una piscina natural?
Estas piscinas, también conocidas como pozas, son espacios que generalmente se han formado de forma natural, aunque algunas estancan el agua que baja de ríos y afluentes gracias a construcciones hechas por el ser humano con el objetivo de crear estas zonas de baño. Nos las podemos encontrar en medio de una ruta por la montaña o cerca de pueblos en zonas rurales. Aquí tienes un listado con las piscinas naturales de España con más encanto. Viajaremos por diferentes lugares de la Península y de las islas.
¿Quién dijo que la Comunitat Valenciana es un destino –únicamente- de sol y playa? Tiene un interior repleto de montañas y ricas zonas rurales con mucho encanto… y muchas pozas para refrescarse frente a las altas temperaturas que se alcanzan en el territorio durante el verano. Una de las más destacables es el Charco Azul de Chulilla, en una zona habitual para practicar escalada y barranquismo.
Está en pleno Parque Natural de Los Calderones y bebe del río Túria en un entorno de impresionantes cañones y barrancos. Entre paredes rocosas, llegaremos a la piscina de aguas turquesas siguiendo el sendero local CV-72. No es natural, pero tiene su historia: la crearon los árabes como azud para regar la huerta en el siglo XII.
No hablamos de una, de dos, ni de tres pozas: si sigues este sendero, podrás pegarte un chapuzón en ¡hasta siete piscinas naturales! Hablamos de la Ruta dels 7 Gorgs, que sale del pueblo de Campdevànol, cerquita de Ripoll (Girona), y que pasa por siete cascadas en un recorrido de 10 kilómetros apto para familias.
Todas las pozas son diferentes y de distinto tamaño, pero ideales para darse un baño en pleno verano o simplemente para contemplar su belleza salvaje durante el resto del año. Y si no tenéis muchas ganas de andar, podéis llegar a la primera piscina natural –Gorg de La Cabana- y volver por donde habéis venido. Suele haber bastante gente en verano, aunque la mayoría no completa la ruta.
Un paraje espectacular en pleno Valle del Jerte, en Cáceres. La Garganta de los Infiernos es especial y enamora durante todo el año. Forma parte de una Reserva Natural en la Sierra de Gredos y las pozas son conocidas localmente como “pilones”. Veréis saltos de agua, pozas cristalinas y rocas con formas caprichosas y sinuosas, modeladas por el curso del río.
Para bañarse o, simplemente, contemplarlas sin prisas. También es un lugar donde es bastante habitual ver a personas practicando el paddle surf.
Nos vamos hasta el pueblo de Enguídanos, en Cuenca, para seguir el curso del río Cabriel. Allí encontraréis un auténtico espectáculo natural repleto de saltos y cascadas, cuevas laterales y pozas refrescantes de color esmeralda. No hablamos de una poza, sino de varias que van salpicando el paisaje que va desde el embalse de Víllora hasta la unión del Cabriel con el Guadazaón (en la llamada Junta de los Ríos).
Como veis, es un nombre bastante manido para bautizar las piscinas naturales de España. En este caso, nos vamos a un “charco azul” que está cerca del núcleo poblacional de Tigaday, en El Hierro, una de las Islas Canarias.
De gran belleza, en el municipio de La Frontera podremos gozar de dos pequeñas pozas en un enclave privilegiado, en unas cuevas a las que se puede llegar caminando unos 15 minutos desde la zona de aparcamiento; también puedes dejar el coche en Valverde, que queda a unos 25 minutos a pie.
Es un lugar tranquilo y alejado de las típicas playas canarias, entre cuevas, recovecos e inesperados bufaderos. Este imponente paisaje se modeló gracias a un gran deslizamiento de rocas hace más de 80.000 años.
Muy cerquita del Parque Natural de los Calares del río Mundo está Letur, un pueblo en el que hay una preciosa poza para mirar, escuchar, admirar y bañarse. El río se torna manso tras un salto de agua muy bonito entre las rocas y se estanca para poder pegarnos un chapuzón gracias a una construcción de origen árabe.
Un paraje mágico que es alimentado por las aguas del arroyo de Letur, que nace a 1.100 metros de altitud, entre las sierras de los Estepares y de la Umbría de la Mata. Cerca podemos visitar otras pozas, como El Charco Petaco.
La Comunidad Autónoma de Madrid no tiene playa, pero sí varios lugares en los que refrescarse en verano. Un lugar precioso para pegarse un chapuzón son Las Presillas del río Lozoya, en plena Sierra de Guadarrama. Un enclave para desconectar, rodeado de montañas y praderas, como un auténtico oasis en plena naturaleza, en el municipio de Rascafría.
Es una de las zonas de baño en medio de la naturaleza más conocidas de Aragón. Se encuentra en el municipio de Luesia, en la comarca de las Cinco Villas de la provincia de Zaragoza. Su fama es tal, que se calcula que es visitado por unas 3.000 personas cada verano. El Ayuntamiento de Luesia, consciente del elevado valor de este paraje natural, invierte en su mantenimiento.
Sin duda, una de las pozas más especiales que aparecen en este artículo. No solo tiene aguas cristalinas y está en un entorno precioso, sino que además… ¡sus aguas son termales! De hecho, más que “piscina natural”, se le conoce como “piscina termal”. Un baño en esta poza supone recibir las propiedades curativas que se le dan a sus aguas, que se mantienen a una temperatura constante durante todo el año (brotan a 25 grados) y que tiene una buena composición en sales.
Recibe muchos visitantes en verano, por lo que tiene una tarifa de acceso. Pero no es caro y vale la pena. Está en una zona muy famosa de escalada de Castellón.
En Andalucía es importante refrescarse en verano, porque las temperaturas llegan a ser muy elevadas. Si estás en Málaga y quieres alejarte un rato de las masificaciones de la costa, acércate a la cueva del Gato, que está declarada como Bien de Interés Cultural.
Tiene una gran boca que se abre al fondo de una garganta, que es la que antiguamente llevaba las aguas del río Gaduares, también conocido en la zona como “Campobuche”. Tiene espectaculares saltos de agua y una lagunilla llamada Charco Frío con aguas cristalinas en la entrada de la cueva, ideal para pegarse un baño en un entorno verde y fresco.