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El centro de ski indoor estaría ubicado en Val Claret, a 2100 m de altitud y ofrecería una amplitud de 400 m. Sería, por lo tanto, la única opción de esquiar en pleno agosto, ya que debido al retroceso del glaciar, Tignes había perdido esa opción. Jean-Christophe Vitale, alcalde de Tignes comentaba que “El glaciar de la Grande Motte ya ha perdido el 30% de su área de esquí, por lo que hemos decidido reaccionar creando una pista de esquí cubierta”.
El insólito proyecto alcanzaría los 62 millones de euros y el origen de la financiación estaría aún por determinar. El centro, denominado “Ski Line”, pondría a disposición de los usuarios una larga pista de esquí bajo una cúpula y una piscina cubierta de olas artificiales para la práctica del surf. El centro contaría, además, con todo tipo de servicios y facilidades para los usuarios, como restaurantes y centro comercial.
La presa hidroeléctrica de Tignes abastecería energéticamente al centro, que contará además con paneles solares en el techo y una gran caldera de biomasa. En los meses de invierno, la pista de Ski Line utilizará nieve real, mientras en los meses de verano se cubriría con nieve artificial.
Los detractores del proyecto no se han hecho esperar. Hervé Billard, por ejemplo, ha declarado que “Tignes se convertirá en un sitio completamente artificial, a la parisina. El Ski Line es una especie de parque temático propio de Disneyland”
Vicent Neirinck, de la asociación ecologista Mountain Wilderness, ha declarado que “Esta es la última etapa del absurdo. Este proyecto es lo contrario al desarrollo sostenible. Contribuirá a la muerte de la montaña por el calentamiento del clima.".
Los ecologistas alpinos declaran que “no quieren convertirse en el nuevo Dubai” y tratarán de frenar la financiación del complejo, que está previsto que empiece a construirse en 2018.
