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El esquí de montaña no es lo mismo que hacerlo en pistas, donde descendemos en un entorno controlado y preparado para la expresamente para la práctica de nuestro deporte favorito. El esquí de travesía, de montaña o 'Skimo' tiene unas exigencias diferentes (mayores) para las que tenemos que prepararnos. Vivirás experiencias maravillosas, eso seguro.
El Skimo nació de una forma muy poco romántica: en realidad era el método de transporte de muchas personas que tenían que desplazarse de un punto a otro en condiciones extremas de frío y nieve. Hoy, ha evolucionado hacia un deporte que, afortunadamente, no tenemos que practicar por necesidad sino como y cuando queremos. Empezaremos con un repaso del equipo y material que necesitaremos:
-Esquís de travesía. Son más ligeros que los de pista. Un consejo: si te los tienes que poner en pendiente, cálzate primero el esquí que esté más abajo.
-Fijaciones. En el Skimo, la talonera queda liberada (a diferencia del esquí en pistas).
-Pieles de foca. Se adhieren en la suela del esquí y son necesarias para progresar en las subidas. Hay que cuidarlas bien y hacerles un cierto mantenimiento; eso significa que hay que secarlas después de terminar la travesía, limpiarlas y renovar de vez en cuando el pegamento. Si vas a atravesar algún riachuelo o zona con agua, procura no mojar las focas y llévate esparadrapo por si necesitas su ayuda para fijarlas.
-Cuchillas. Mételas en la mochila, ya que te serán muy útiles en las nieves duras y cuando las focas no se agarren correctamente.
-Arva, pala y sonda. Es el equipo de seguridad imprescindible para las escapadas en nieve que comportan un cierto riesgo de aludes. Para saber con exactitud cómo usar esta clase de equipo, consulta aquí toda la información.
-Casco. Como en las pistas, ¡no te olvides de este gran salvavidas! Aprovechamos para dejarte este artículo referente a la importancia del uso del casco a la hora de esquiar.
Consejos para avanzar
Lo primero de todo, toca olvidar (casi) todo lo aprendido. Se acabaron las pistas "preparadas" para el disfrute de los esquiadores, ahora te enfrentarás a la vida dura salvaje: se acabaron las superficies homogéneas, así que en una sola bajada te puedes topar con varios tipos de nieve en los que tocará aplicar la técnica más adecuada para cada una de ellas.
En los ascensos, hay que ir avanzando cambiando ligeramente el peso y la postura. En el Skimo ocupamos casi todo el tiempo en subir y subir... para ello, deslizamos los esquís y apoyamos el peso sobre el bastón que lleva la mano contraria.
En los terrenos llanos tiraremos de zancadas largas; pero en los más inclinados, tocará hacer pasos cortos (igual que en el montañismo, vaya) para progresar de una manera más continua y relajada. Aunque creas que la vuelta (la bajada) será pan comido y un "descanso", siempre tienes que reservas fuerzas y energías que te permitan controlar la situación y estar en alerta.
Es importante salir con tiempo a disfrutar de tu jornada de Skimo para tener horas de sol. La luz, más vale que sobre que no que falte. Los momentos delicados o tensos (que los tendréis), los superaréis descansando un poco, respirando y procurando pensar con la mente clara y tranquila.
Por otro lado, en las subidas te darás cuenta de que cuanto más pesada sea tu mochila, más te lo penalizará la ley de la gravedad: si todavía no lo sabes, ya adivinarás lo importante que es llevar "lo justo". Eso no significa que no debas llevar el material necesario para tu seguridad (arva, pala, sonda, cantimplora, crema solar, gorro, esparadrapo para pegar bien las focas...).
Por último, una persona del grupo debe tener experiencia en el Skimo. Y el resto, tiene que escucharle, seguirle y preguntarle en caso de duda. Los novatos deben pecar de humildes y dejarse enseñar.
