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Estás preparando la maleta para un viaje de esquí. Abres el armario y coges esa chaqueta y pantalones tan calentitos que te compraste para la nieve, la ropa que más abriga porque se prevén temperaturas bajas. Aunque, bien pensado, dándolo todo en las pistas harás un ejercicio físico intenso y quizás empieces a sudar… Pero, ¿y si llueve o nieva y refresca? ¿Y si sale un sol espléndido de invierno, de esos que tanto gusta disfrutar en una terracita?
Cómo vestir a la hora de esquiar es un gran quebradero de cabeza porque estás, lógicamente, en un entorno frío (nieve y altura, en plena montaña), al mismo tiempo que haces deporte. En los últimos años ha ido cobrando adeptos una técnica de vestir conocida como la “teoría de las tres capas” o “vestirse por capas”. Es algo que se hace para practicar senderismo, alpinismo y también para esquiar. Te contamos todo lo que debes saber para vestir por capas en el esquí, sus ventajas e inconvenientes.
A continuación iremos desgranando en qué consiste cada una de las tres capas de esquí, pero primero vamos a resolver esta pregunta: ¿Hay que vestir por capas en la nieve? Pues como siempre, depende de las condiciones climáticas que se prevean en tu viaje de esquí.
Normalmente en la parte de las piernas bastará con llevar unos buenos pantalones de esquí. Suelen cumplir las tres funciones y, además, esta parte del cuerpo pierde menos temperatura durante la práctica de nuestro deporte favorito en la nieve. Solo las personas muy, muy frioleras deberían pensar en complementarlo con unos pantalones térmicos. No os dejéis engañar por la sensación de frío que tendrás al salir del coche o del hotel: a la que te pongas en movimiento, entrarás rápidamente en calor.
El tronco, donde están los órganos vitales, es diferente. Ahí conviene abrigarse mejor, porque se escapa más el calor. Pero insistimos, dependerá del tiempo previsto para tu viaje a la nieve, del esfuerzo que pensemos hacer, si iremos muy a tope o de “paseo”… Es decir, que te vamos a explicar la teoría de cómo funcionan las tres capas de esquí, qué papel cumple cada una de ellas, pero no siempre las necesitarás para ir a la nieve. En primavera, por ejemplo, es habitual prescindir de la segunda capa.
Lo bueno que tiene la técnica de las tres capas para esquiar es que al vestirnos “como una cebolla”, podemos quitarnos pieles en función de las necesidades. Si tenemos que protegernos del viento, lluvia o nieve, pero no hace mucho frío, bastará con quitarnos la segunda capa. El objetivo principal debe ser, en la medida de lo posible, evitar sudar.
Cuando hacemos deporte, sube la temperatura del cuerpo. Incluso aunque lo hagamos rodeados de nieve y con mucho frío. La manera que tiene nuestro organismo para regular la temperatura corporal es el sudor. Y cuando sudamos, esa agua está a una temperatura más baja y da esa incómoda sensación de estar mojados. Aparte de que nos enfría cuando paramos la actividad.
Por eso, la principal función de la primera capa de esquí debe ser transpirar, es decir, expulsar ese sudor del cuerpo, facilitar su evaporación para evitar sentirnos húmedos y no coger frío. Al mismo tiempo, debe ser una prenda cómoda que nos dé libertad de movimientos, ya que estará pegada a nuestra piel. Eso sí, siempre sin llegar a generar sensación de opresión.
Como primera capa de esquí nos pondremos lo que en los establecimientos se conocen como “camisetas térmicas”. Suelen estar hechas de lana merino (un material natural apreciado por su calor y por no retener olores) o de fibras sintéticas como el elastán, la poliamida o el poliéster. Otra característica propia de esta prenda es que se ajustan al cuerpo y son elásticas para permitir que nos movamos como queramos.
Siempre hay que evitar usar como capa base las camisetas de algodón o similares; aunque tengan un tacto agradable, absorben el sudor, en lugar de expulsarlo, lo que hará que nos pasemos todo el día con esa sensación de estar mojados. Además de ser incómodo, correremos riesgo de hipotermia y, en el mejor de los casos, pillaremos un buen resfriado.
Esta primera capa es esencial, ya que la llevaremos siempre, independientemente de las condiciones climatológicas. Si hace frío, nos abrigará; si hace unas temperaturas más moderadas, ayudarán a expulsar el molesto sudor durante la jornada.
La función de la segunda capa no es tanto calentar, como mantener el calor que fabrica nuestro cuerpo de forma natural. Irradiamos calor y hay que intentar retenerlo lo máximo posible, especialmente en los días más fríos.
Es donde entra en juego esta capa de esquí intermedia. Debe atrapar entre sus fibras el aire caliente que nos rodea porque emanamos nosotros mismos. Al mismo tiempo, lo ideal es que sea capaz de evacuar la humedad para no sentir la humedad, como hemos dicho antes.
Toda la vida esta segunda capa eran los jerséis de lana o las cazadoras con relleno, pero los forros polares supusieron una auténtica revolución: son eficientes, cómodos, ligeros y se secan rápido. Y por qué no decirlo, son bastante económicos (aunque hay diferentes gamas, son considerablemente más baratos que otras prendas que usamos para esquiar). Ahora bien, también existen prendas intermedias de lana merino y de poliéster.
Las segundas capas de esquí son las menos importantes. De hecho, suelen sobrar para esquiar en periodos con temperaturas más agradables, como en primavera. En ese caso, pasaríamos directamente de la camiseta interior térmica a la tercera capa.
La segunda capa es la que ayuda a que mantengamos el calor del cuerpo. Pero sin una prenda adicional que proteja de los factores externos, se iría en cuestión de segundos. Así que hace falta una tercera capa de esquí que tenga como función principal hacer de escudo ante los elementos climatológicos que nos podemos encontrar en la montaña: viento, lluvia, nieve…
Por tanto, te puedes imaginar que la última capa debe ser, sí o sí, impermeable. Hay que expulsar la humedad del interior del cuerpo, pero también evitar que entre del entorno. Y ahí entra lo difícil: ¿Cómo conseguir evacuar el sudor y al mismo tiempo que no entre la humedad del ambiente? Lo más impermeable es una bolsa de plástico; ahora bien, si te pones a hacer deporte con ella, acabarás más mojado por dentro, por el sudor, que por la lluvia exterior.
Afortunadamente hoy contamos con tecnologías como las membranas tipo Gore-Tex o GeoTech, que aportan unas costuras termoselladas que hacen que estas prendas sean impermeables y razonablemente transpirables. Esto se mide a través de las “columnas de agua”. Verifica que la tercera capa de esquí que elijas tenga entre 10.000 (10K) y 30.000 (30K), a mayor número, mayor impermeabilidad y menor transpirabilidad.
Estas prendas imprescindibles para esquiar también son resistentes a la abrasión y corta-vientos. Son de fibras sintéticas y las hay con diferentes extras: con cubre nieve (faldón interno que impide la entrada de la nieve en caso de caída), con doble cursor de cremallera, con capucha ajustable… La mala noticia de la tercera capa de esquí es que es la más cara y, practicando una actividad intensa, dejan mucho que desear en cuanto a transpirabilidad. ¡Pero es necesaria!